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domingo, 26 de julio de 2015

UNA BOMBA POR ESTALLAR : Gratuidad en educación superior: ¿cómo?

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DE : EL MERCURIO.COM/BLOGS/ GRATUIDAD/

Gratuidad en educación superior: ¿cómo?.

Si bien los plazos y detalles no están claros, el Gobierno ha decidido que el país vaya avanzando hacia la gratuidad en educación superior. Por varias razones, creemos que esta es una política equivocada. 

Principalmente, porque dada la distribución de quienes acceden a este nivel educativo, muchos recursos terminarán en las manos de las familias de mayores ingresos, pudiendo gastarse en quienes más lo necesitan. Pese a que muchos han sido críticos de esta política y que esta no cuenta con el apoyo de la mayoría (ver encuestas CEP 2011, 2012 y 2014), se ha perseverado en ella.

En esta ocasión, más que cuestionar la gratuidad, queremos discutir un aspecto fundamental de ella del que poco se ha hablado: el mecanismo a través del cual el Estado financiará la educación superior de los estudiantes. 

Para asegurar gratuidad, debe definirse de alguna forma cuánto va a transferir el fisco por cada estudiante matriculado en cada institución. Esta forma debiera ser pública, clara y objetiva, y debiera anunciarse pronto, para que las instituciones puedan proyectarse.
En nuestra opinión, el mecanismo debe cumplir con ciertos criterios generales

 1) Los aportes a las instituciones por concepto de docencia deben ser por estudiante. 

2) El aporte debe ser mayor para los jóvenes de menor nivel socioeconómico, pues estos alumnos suelen requerir más apoyo y recursos para no desertar y terminar su carrera a tiempo. 

3) Los recursos debieran variar por carreras (o por grupos de carreras). 

4) También debieran variar por institución, porque estas son muy heterogéneas y porque hace sentido que las que lo hacen mejor reciban más recursos.

Dicho esto, ¿cómo definir el monto apropiado? La alternativa que se está considerando se puede definir, en breve, como un modelo de costos, que busca estimar los recursos que requeriría una "universidad modelo" para formar satisfactoriamente a un profesional. Estos modelos se usan para definir precios en monopolios naturales donde los productos son homogéneos y de calidad objetiva y medible, y aun ahí es difícil estimarlos.

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 En un sistema terciario y heterogéneo, como el nuestro, que cuenta con más de 13 mil programas distintos, esto es una tarea imposible y susceptible de arbitrariedades. Pero el problema no es solo práctico. Con educación superior gratuita, ni la magnitud de los beneficios es evidente, tanto para el estudiante como para la sociedad, ni los costos son observados por quienes deciden qué estudiar. Si una carrera tiene un costo gigante y no agrega valor para el estudiante ni para la sociedad, esta simplemente no debiera ofrecerse. Por el contrario, si una carrera es de bajo costo y agrega valor social, es razonable pensar en que el Estado le entregue más recursos que su costo, de modo de incentivar que las instituciones ofrezcan ahí más vacantes.

Creemos que hay una alternativa mejor, que es basar el mecanismo de asignación de fondos en el valor que las instituciones agregan a los estudiantes y a la sociedad. Parte importante de este valor tiene que ver con las oportunidades que los egresados tendrán en el mundo del trabajo. Estudiar varios años y no lograr ejercer satisfactoriamente puede ser muy frustrante. Por supuesto, hay carreras cuyo valor va más allá de los resultados monetarios en el trabajo, y por esto para ellas se deben contemplar mecanismos distintos. Pero para un conjunto amplio de carreras, las posibilidades laborales de los egresados debieran ser una vara esencial.

Así, el monto asignado debe tener relación con lo que los egresados obtienen en el mundo del trabajo gracias a las capacidades adquiridas en la educación superior. Esto debe ajustarse por la deserción y el largo de las carreras, y por la composición socioeconómica del alumnado, de modo de premiar a las instituciones que reciben a alumnos vulnerables.

. Esto contribuiría a que las instituciones adapten su matrícula hacia las carreras que entregan mayor valor a los estudiantes. En el gobierno anterior se hizo un esfuerzo enorme para conseguir datos de estas variables, desarrollar un modelo y hacer los cálculos. Si bien este trabajo fue realizado para la definición de los aranceles de referencia, creemos que puede contribuir a un buen mecanismo de asignación de fondos para la gratuidad, ya sea esta parcial o total.
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Estos lineamientos mejorarían las oportunidades de las familias, que independiente de si pagan la educación superior o no, están apostando por un mejor futuro. Solo así la educación superior podrá ser un medio de movilidad social, pues no basta no pagar por ella, sino que ella debe permitir un buen desempeño en el mundo laboral. De ello dependen no solo las condiciones de vida de las familias, sino también la realización de las personas y el futuro de la sociedad.
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Claudia Allende
Universidad de Columbia

Loreto Cox

MITT

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